Oh Virgen Inmaculada, Madre de Misericordia, Reina del Cielo y de la tierra, refugio de los pecadores, Rosa Mística que nos trae el perfume de Dios a quienes nos consagramos a Tu Corazón Inmaculado.
Te consagramos nuestros corazones, nuestras almas, nuestras familias, todas nuestras cosas.
Para que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera, renovamos hoy las promesas de nuestro Bautismo y de la Confirmación, comprometiéndonos a vivir como buenos cristianos, fieles a Dios, a la Iglesia y al Papa.
Queremos rezar el Santo Rosario, tomar parte de la Eucaristía, dar importancia al primer sábado del mes, obrar para la conversión de los pecadores, rezar por la fidelidad de los ministros de Tu Hijo Jesús y por todas almas consagradas a Él.
Te prometemos
otra vez, oh Virgen Santísima, cultivar tu culto bendito con el título
de Rosa Mística, para apresurar, con nuestra consagración a tu Corazón
Inmaculado y mediante tu intercesión, el advenimiento del Reino de Jesús
en el mundo.
Amén.
Rosa Mística, ruega por nosotros