Desde
antiguo la rosa es la reina de todas las flores. Tal vez sea porque nos
parece la más noble de todas, ya que goza de una prestancia singular,
reclama nuestra mirada àvida de sencilla belleza.
Contribuye a que esto sea así: el color, el perfume, la forma. El color es muy variado y de tonos distintos.
Una
de las devociones marianas más enraizadas en el pueblo cristiano es el
Rosario. Con el rezo repetitivo del Padrenuestro y el Avemaría, al mismo
tiempo que se contempla la vida de la Virgen o de Jesús, se le
presentan al Señor nuestras peticiones.Con
esta guirnalda de rosas se la honra a María y se cimenta teológicamente
nuestra devoción a Ella, ya que es una oración evangélica,
cristocéntrica y eclesial. "María es la Madre de los miembros de
la Iglesia de Cristo por haber cooperado con su amor a que naciesen en
la Iglesia los fieles, que son miembros de aquella Cabeza" (L.G.53). La
rosa no es sólo un símbolo de amor, que se le ofrece a la Virgen de
parte de quienes la consideran como Madre, sino que también es símbolo
de María, como Madre del Redentor. Es
antigua y tradicional la comparación de María con la llamada reina de
las flores. María sobresale en el jardín sobrenatural de Dios por la
amplitud de su gracia, "la llena de Gracia" y por la multitud y
perfección de sus virtudes.
Ella es la Reina de los àngeles y santos, ninguna criatura se le puede comparar en santidad
Un delicioso perfume invade a toda la estructura de la rosa. Un perfume
celestial exhala todo el ser de María, quien estuvo siempre llena de la
vida divina.La
Trinidad habitó en Ella desde el primer instante de su concepción,
presencia que se intensifica desde la Anunciación, cuando le dice el
Angel: "El Espíritu Santo bajará sobre Tí y te cubrirá con su sombra" (Lc.1, 35). María será para todos nosotros lo que pedía San Pablo a los cristianos: "Sed para todos el buen olor de Cristo" (2Cor. 2, 15).
La veneración de María como "Rosa Mística" se remonta a los primeros siglos del cristianismo.
Así el poeta Celso Sedulio, quien murió hacia el año 449), refiriéndose al paraíso nos dice: "Allí
la tierra llevó espinas y abrojos porque Eva junto con Adán habían
pecado. Como del arbusto espinoso sale una flor sin espinas, así del
arbusto espinoso de la Humanidad sale una rosa única, jamás vista:
María, la Madre de Jesús, Ella por su gracia y amor a Dios encontró la
complacencia del Altísimo, Ella era digna Madre del Redentor.
No se ha dejado de venerarla hasta nuestros días con esta invocación de "Rosa Mística".
El
célebre Himno "Akathistos Paraclisis" de las Iglesias de Oriente, que
es una especie de rosario cantado, contiene la súplica: "María, Tú, Rosa Mística, de la cual salió Cristo como milagroso perfume."
Las Letanías Lauretanas, que datan de 1587 ya traían la invocación "Rosa Mystica, ora pro nobis".Es difícil determinar con precisión el origen concreto de esta súplica, quizá tenga reminiscencia bíblica: "Es como plantel de rosas en Jericó" (Ecl. 24, 18), pues la Liturgia y los escritores eclesiásticos aplican a María lo que el Eclesiástico dice de la Sabiduría.
En Alemania, en la diócesis de Speyer, en el Santuario de Rosenberg, desde 1738 se venera la milagrosa imagen de "Rosa Mística".
Foto: Santuario "Rosa Mystica" de Alemania
Foto: Altar de la Virgen en el interior del Santuario
Foto: Milagrosa Imagen de Rosa Mystica venerada en el Santuario de Rosenberg
En Italia, en la ciudad de Cormons desde 1737 se venera a la Virgen bajo el título de Rosa Mística.
Foto: Vista Aérea de la ciudad de Cormons ( población: 8.000 habitantes)
Foto: Cormons (Italia)
Foto: Fachada del Santuario Rosa Mística de Cormons
Foto: Imagen de Rosa Mística que se venera en el Santuario
Foto: Esta Imagen fue solemnemente coronada el 20 de Septiembre de 1931 Los Papas también nos han recomendado venerar a María como "Rosa Mística":
Juan XXIII a
principios de 1962, antes de iniciarse el Concilio Vaticano II exhortó
al mundo entero a que invocara a la Madre de Dios con esta invocación a
fin de obtener el éxito del Concilio, difundiendo con la misma intención
la devoción del Santo Rosario (Revista Ancilla Domini del 6-5-1962).
Pablo VI en
su Alocución del 5 de Mayo de 1969 pidió que se incremente el rezo del
Santo Rosario y que se invoque a María con el título de "Rosa Mística".Con
la gracia de Dios que recibimos abundantemente en los Sacramentos, en
la oración y en el trabajo hecho cara a Dios, nos vamos asemejando a
Cristo. Pasaremos por el mundo de un modo parecido al de la Virgen, a
quien llamamos Rosa Mística. La
Virgen ha nacido del seno de la humanidad: su origen no es otro que el
nuestro, su sangre es nuestra sangre. Pero su dignidad nos supera
infinitamente. Se diría que durante una eternidad y luego durante
siglos, el Creador ha ido preparándolo todo, cultivando una rama
determinada de la humanidad, para que de la raíz de Jesé naciera este
brote, esta Rosa delicada, sencillísima, noble y humilde.
María
es una Rosa que exhala, ya desde su nacimiento, el buen aroma de
Cristo, del que habla San Pablo; el delicioso perfume que vendrá después
y que habrá de inundar hasta el más recóndito lugar del universo. El
Señor te ha tenido en su mente desde la eternidad. Ha pensado en tí
como en una rosa semejante a Su Madre; como una rosa plantada en su
jardín, nacida no al azar como las flores silvestres, sino por voluntad
expresa y amorosa de Dios, por secreta esperanza divina.
El
Señor espera de Tí que en medio de la muchedumbre, siendo enteramente
igual a los demás, despidas un aroma purificador: el aroma de Cristo.
Para que cuando alguien pase a tu lado o se cruce en tu camino, se
encuentre respirando aire limpio y generoso; sepa lo que es bueno y se
sienta reconfortado y ya no quiera aspirar otroaire; abandone los
ambientes sórdidos y se convierta él en difusor de aire puro y
vivificante.Has
de hundir tus raíces en Cristo; tienes que vivir de Cristo, como el
Apóstol, como las rosas viven de las sustancias que obtienen de la
tierra buena. La Confesión sacramental ¡cómo purifica!. Y la Eucaristía,
cómo nos arraiga - nos encarna- en Cristo. Ahí si podemos impregnarnos
de su aroma.
Y luego, ¿quién podrá enseñarnos mejor a vivir de Cristo y con Cristo
que María, Rosa Mística, que Dios la quiso como Madre Suya. También para
dárnosla como Madre Nuestra. "He ahí a tu Madre", nos dijo desde la Cruz. "Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa".
Palabras que ahora encienden luz intensa y poderosa en nuestra mente y
nos permite entender que si nos llamamos discípulos de Jesús hemos de
acoger en nuestra casa, en nuestro corazón a María, la Rosa Mística"